Riboflavina: Vitamina B2

La riboflavina

Es un intermediario en la transferencia de electrones de muchas reacciones de óxido reducción; en efecto, participa en muchas reacciones metabólicas como las de los hidratos de carbono, de las proteínas, de los lípidos y en la producción de energía de la cadena respiratoria. La riboflavina sus coenzimas son esenciales para la transformación de la piridoxina y del ácido fólico en sus formas coenzimáticas y del triptófano en niacina.

Warburg y Christian, en 1932, aislaron un enzima amarillo de la levadura de cerveza y dedujeron que podía tener un papel esencial en la respiración celular. En efecto, es el precursor de dos co-enzimas que tienen un papel importante en numerosas reacciones orgánicas de oxido reducción que se producen durante el metabolismo intermedio.

Esta vitamina está contenida en casi todas las plantas y en las células animales, pero pocas de ellas contienen cantidades elevadas. Entre los alimentos que contienen Vitamina B2, encontramos la leche y sus derivados, la carne, los huevos, la verdura de hojas verdes, pero sobre todo la levadura de cerveza y el hígado.

Carencias

Su carencia se manifiesta como lesiones en la piel, las mucosas y los ojos. Suelen ser deficitarios los bebedores o fumadores crónicos y las personas que siguen una dieta vegetariana estricta (sin huevos ni leche) y no toman suplementos de levadura de cerveza o germen de trigo.

Funciones de la Riboflavina

La vitamina B-2 (riboflavina) actúa como coenzima activando la ruptura y la utilización de carbohidratos, grasas y proteínas. Es esencial para la producción energética celular. Una deficiencia de esta vitamina puede causar una inflamación de los tejidos e hipersensibilidad a la luz.

Cantidad recomendada por día

Los valores medios aconsejados para los hombres adultos varían entre 1,2 y 2,2 mg/día, mientras que para las mujeres, adultas entre 1,2 y 1,3 mg/día. Durante el embarazo se aconseja un suplemento de 0,3 mg; en la lactancia de 0,5 mg en los primeros seis meses, y de 0,4 mg después. Para los recién nacidos se aconsejan 0,4 mg en los primeros seis meses, para pasar luego a 1,2 mg/día hasta los diez años.

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