El estrés: cómo afecta a tu equilibrio emocional y físico

El estrés es uno de los grandes protagonistas de nuestro tiempo. El ritmo de vida actual, marcado por la sobreexposición a estímulos, la presión constante y la falta de descanso de calidad, ha llevado a un aumento significativo de los casos de estrés, ansiedad y trastornos del sueño.

Estos desequilibrios no solo afectan al bienestar mental, sino también al funcionamiento físico del organismo.

Uno de los principales implicados es el cortisol, conocido como la hormona del estrés, que en niveles elevados y sostenidos puede impactar en el estado de ánimo, la concentración, el sueño y la salud metabólica.

Por otro lado, también se ha observado una relación entre el estrés crónico y la reducción de neurotransmisores relacionados con el bienestar emocional, como la serotonina. De ahí la importancia de abordar el estrés y el equilibrio emocional desde un enfoque integral.

Señales de un estrés elevado: cuando el cuerpo y la mente lo notan

Tanto el exceso de cortisol como el desequilibrio en neurotransmisores pueden estar detrás de síntomas cotidianos como:

  • Fatiga persistente
  • Problemas de concentración
  • Alteraciones del sueño
  • Cambios de humor
  • Mayor tendencia a la ansiedad o irritabilidad

Además, es común observar una mayor necesidad de recompensas inmediatas —como picoteo emocional, uso excesivo de pantallas o consumo de azúcar—, lo que puede dificultar la autorregulación emocional.

Estrés emocional: gestionar sin reprimir lo que sentimos

Las emociones forman parte natural de la vida. Alegría, tristeza, miedo, enfado o entusiasmo son respuestas necesarias para adaptarnos al entorno y tomar decisiones. No se trata de evitar sentir, sino de aprender a convivir con lo que sentimos sin que nos desborde ni condicione negativamente nuestro bienestar o nuestras relaciones.

Reprimir o ignorar las emociones puede llevar a una acumulación interna que se manifiesta, tarde o temprano, en forma de estrés, ansiedad, irritabilidad o incluso somatización física. En cambio, una gestión emocional saludable implica reconocer lo que sentimos, darle espacio, y responder de forma más consciente y equilibrada.

Este proceso implica trabajar en distintos niveles:

  • Físico, reduciendo la carga de estrés y mejorando la calidad del sueño, la alimentación y el descanso
  • Mental, con estrategias de autorregulación como la respiración consciente, el mindfulness o la terapia emocional
  • Fisiológico, apoyándonos en herramientas naturales que colaboran con el sistema nervioso

En este último punto, cada vez más estudios y profesionales destacan el valor de los nutrientes específicos, como parte de un enfoque integrador para regular la respuesta al estrés y favorecer un estado emocional más estable.

Apoyo natural para la gestión del estrés y el estado de ánimo

Ashwagandha

La ashwagandha es una planta adaptógena reconocida por su capacidad para modular la respuesta del organismo al estrés.

  • Contribuye a la relajación en periodos de tensión nerviosa y ansiedad
  • Favorece la resistencia del cuerpo al estrés
  • Ayuda a mantener las capacidades físicas y mentales en casos de cansancio y pérdida de concentración

Azafrán

El azafrán es un básico natural para el bienestar emocional, gracias a su acción positiva sobre el estado de ánimo.

    • Contribuye al equilibrio emocional
    • Ayuda a mantener un estado de ánimo positivo

Un enfoque integrador

Más allá de la suplementación, el manejo del estrés y la mejora del estado de ánimo requieren un enfoque global:

Establecer rutinas de descanso y sueño reparador

El sueño es una de las principales herramientas de regeneración del cuerpo y la mente. Para favorecer un descanso de calidad, es clave mantener una higiene del sueño adecuada:

  • Acostarse y levantarse a la misma hora, incluso los fines de semana
  • Evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir
  • Cenar ligero y al menos dos horas antes de acostarse
  • Crear un ambiente propicio: oscuro, silencioso y con temperatura agradable

Mantener una alimentación equilibrada

Una dieta variada y rica en nutrientes no solo influye en el estado físico, sino también en el emocional. El equilibrio emocional empieza en el intestino, donde se produce gran parte de la serotonina, la hormona asociada al bienestar.

Para ello, se recomienda:

  • Priorizar alimentos frescos y reales (frutas, verduras, legumbres, cereales integrales)
  • Incluir fuentes de omega-3 (pescado azul, semillas de lino, nueces)
  • Evita consumir solo hidratos, y opta por combinaciones inteligentes de los alimentos: incluye siempre proteínas, grasas saludables e hidratos de carbono en la misma comida.
  • Favorecer el consumo de prebióticos y probióticos, clave para la salud intestinal y la microbiota

Incluir pausas reales durante el día

El estrés sostenido sin descansos adecuados puede generar fatiga física y mental. Incluir microdescansos conscientes en la jornada ayuda a resetear el sistema nervioso y recuperar el foco. Algunas estrategias útiles son:

  • Técnicas de respiración profunda o meditación breve (3-5 minutos)
  • Alejarse de pantallas y notificaciones durante unos minutos cada 90 minutos de trabajo
  • Salir al aire libre o dar un pequeño paseo para oxigenar cuerpo y mente
  • Estos momentos permiten recuperar energía y prevenir el agotamiento acumulado.

Fomentar relaciones sociales saludables

El ser humano necesita conexión. Las relaciones afectivas positivas tienen un efecto protector frente al estrés y la ansiedad, y están asociadas con una mejor salud emocional y mental.

  • Mantener espacios de calidad con amigos o familia
  • Establecer límites con relaciones que generan malestar o agotamiento
  • Potenciar la comunicación asertiva y la escucha activa
  • Una red social sólida actúa como amortiguador emocional frente a las demandas del día a día.

Cuidar la salud emocional no implica ignorar las emociones, sino aprender a transitarlas con mayor estabilidad. Y la combinación de hábitos saludables y fitoterapia puede ser una herramienta eficaz para lograrlo.

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